jueves, 30 de mayo de 2013

Alarma y Parto

La mañana era clara y preciosa, con una suave aureola rosada cuando llegaba al hospital.

Esa mañana veía las cosas de otro modo, de forma más positiva y recuerdo, mi alegría era contagiosa.

Nadie me previno para lo que a continuación vendría.

Al subir las escaleras, y con una sonrisa de oreja a oreja, saludé al equipo, y me dispuse a tomar la tensión de las 8 de la mañana; como no quería perder de pronto el remanso de felicidad en el que me encontraba, decidí dejar la habitación de Dana para el final.

Esa mañana no había llegado aún su marido.

Abrí la puerta lentamente, para no despertarla, y me acerqué.

Cogí el manguito de la tensión ( aunque la tensión la tenía yo por dentro) y me puse a escuchar.

Me daba 50/30 mmHG, cuando a partir de 90/60 es baja.

Creí que me confundía, así que volví a hacerlo.

No había fallo.

90/80/70/60/50 (pum-púm...pum-púm....)30....

Encendí la luz.

Dana estaba bañada en un charco de sangre, inconsciente, más pálida que nunca.

Lo recuerdo como si fuese todo en cámara lenta, sin sonido.

Salí corriendo a avisar y nos la llevamos a paritorio, donde me enteré que según la legislatura española, durante un parto complicado el bebé tiene preferencia de salvarse, por delante de la madre.

Solo veía sangre, y gente corriendo de un lado para otro, poniéndole bolsas de transfusiones.

Y una matrona.

Era una escena escalofriante, me sentía invisible en medio de la multitud, pero nadie me dijo que me fuese.

Parecía que tenía que ser un parto instrumentado, ya que la madre no podía apenas empujar. Bastante tenía con mantenerse viva.

Cogieron las ventosas y los fórceps. Lo único que se veía era un señor montado en la barriga de Dana, empujando hacia abajo, y la tocóloga ( ya que en los partos instrumentados no pueden intervenir matronas), tirando como una descosida de la ventosa. 
Al parecer los partos complicados son así, ya que ví más durante dicho periodo, pero al principio choca.

Se veía la cianótica cabeza del primer niño, deformada como un pepino de las ventosas. 

Salió bien, el llanto de la criatura llenó la sala.

Fue un momento muy especial, los ojos me escocían por aguantar las lágrimas.

El segundo estaba saliendo.

La tocóloga gritaba que se preparasen, que venía con "collar" de la menos dos vueltas.

Salió del todo, y pude comprobar con horror que "collar" significa que el cordón umbilical se le había enrollado en torno al cuello, y que, aunque lo intentaron hasta la extremaución...

El niño había muerto.

Y el marido de Dana no llegaba.

Y Dana.... 


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